Escribiendo besos a mano, a máquina y de boca a boca.



Mi hermano, el rubio, me acaba de traer este regalito entre los brazos, ¿a qué es bonita-bonita? No puedo dejar de mirarla. Siempre quise tener una así y hoy se ha cumplido mi deseo, algunos sueños se hacen realidad aunque lleguen con 20 años de retraso :)
He cubierto a mi hermano de besos y después me he puesto en modo bloggera on, porque es tan bonita que tenía que enseñárosla y, de paso, hablar de lo mucho que me gusta escribir besos nada fraternales, besos erótico festivos como el de la foto:
Me gustan los besos elocuentes, los besos que dicen “Hola”, los del temido “Adiós”, los que musitan “¡Sorpresa!” o mascullan “¡Cállate!”, los que no ves venir y los que llevas tiempo esperando, los fugaces, los eternos, los que te vienen al humo, directos y veloces, los que muerden, los que rozan, los que abrasan… de boca a boca y escribo porque me tocas, porque escribir besos es otra forma de darlos, es darles otra forma y otros labios.


Os dejo dos besos que disfruté mucho escribiendo para “Deus Ex Machina 2.0” . Subiré la novela a Amazon el  23-junio-2012, aunque también se la regalo a quien la quiera cuando la quiera. Puede que no la quiera nadie y se me quede perdida en la boca, con todos los besos que no he dado... No importa, NO REGRETS, la voy a lanzar al aire blowing a kiss. Os aseguro que está llena de besos de todo tipo y de besos a máquina como estos, porque la prota vive en un cuerpo de robot:
 muack!
 muack!

Y ya está, no os incordio más por hoy. Me despido a la rusa, con tres besos de propina, mis tres favoritos:
De aquí a la eternidad
Duelo al sol

 Capítulo 7 de Rayuela, leído por Julio Cortázar.

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.