Van dos hombres en un tren y
uno de ellos le dice al otro: “¿Qué es ese paquete que hay en el maletero
que tiene sobre su cabeza?”. El otro contesta: “Ah, eso es un
McGuffin”. El primero insiste: “¿Qué es un McGuffin?”; y su compañero de
viaje le responde: “Un McGuffin es un aparato para cazar leones en
Escocia”. “Pero si en Escocia no hay leones”, dice el primer
hombre. “Entonces eso de ahí no es un McGuffin”, le responde el otro.
(Alfred Hitchcock)
Así que un mcguffin es el quid de la cuestión y también algo que no importa en absoluto, es lo que hay dentro de la maleta de Marcelus Wallace en Pulp Fiction, eso que nunca llegamos a ver, pero que hace avanzar la trama. Es el halcón maltés, el santo grial de los Monty Python, la futura madre de los hijos de Ted Mosby... en resumen: un recurso narrativo interesante y contradictorio, sencillo y harto difícil de usar para que quede bien.
Estoy desayunando con mcguffins, a mi me suena a magdalenas y las magdalenas son clave en esta primera parte de Almas de Luna ;) Con esto os quiero contar que sigo puliendo la historia y con esta última revisión, la magdalena ya pesa más de 300 páginas (unas 90.000 palabras).
La historia es sencilla, pero la he partido en dos y a lo mejor os parece que doy tiros al aire y eso es porque la diana está en la segunda parte ;) pero os aseguro que todo tiene una razón de ser y no he usado balas de fogueo, si hay un recurso que me gusta es la pistola de Chéjov ;)
Elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el
primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o
tercero este debe ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser
disparado, no debería haber sido puesto ahí.
(Anton Chéjov)
Y si hay un recurso que aborrezco, sobre todo como lectora, son los arenques rojos (en inglés: red herrings). Los arenques rojos tienen la culpa de que no siguiera con la saga de Entrelazados de Gena Showalter, aunque la historia me gustaba mucho. Si vamos a jugar al despiste, hay que hacerlo bien, hay que meter algo muy llamativo junto a una pista clave para que pase desapercibida, pero esa pista debe de estar ahí y no me gusta que en su lugar haya un apestoso arenque rojo que engañe al lector haciéndole creer que la trama va por otro lado y que luego el narrador o el protagonista se saque de la manga una deducción que el lector no ha podido rastrear y ni se huele, porque no tuvo esa información privilegiada.
Así que aquí estoy, jugando con pistolas y mcguffins e intentando pescar todos los arenques rojos y eliminarlos, aunque al menos necesito uno vivo, así que tendré que echarle gotitas de limón y rezar para que os lo traguéis y no os sepa mal, porque no sé hacerlo mejor ;)
"SI ESE PAR DE ZAPATOS NEGROS QUE TIENES EN EL ARMARIO TE HACEN SONREIR, VALEN MÁS DE LO QUE CUESTAN"
La historia avanza y lo importante es que me lo estoy pasando en grande con los personajes, ME HACE FELIZ.
A veces creo que es genialosa y otras una mierda total, supongo que es normal y que cuando lo leáis, a algunos os gustará y otros querréis coger la pistola de Chéjov y pegarme un tiro en la sien, es lo que hay ;)
Lo que más miedo me da es el final, la parte en la que he decidido cortar por la mitad este bicho tan gordo...
Para mi gusto es una escena perfecta y es la que originó toda la historia, pero no sé si gustará y si será satisfactoria como final de la primera parte :S y tampoco sé si esto que tengo que contar le interesa a alguien más, solo es la vida de mis amigos invisibles, los que viven en este bloque loco de apartamentos que es a veces mi cabeza. Estoy enamorada de todos y cada uno de ellos y me apasiona poder darles nombre y forma en palabras, no sé, creo que mi imaginación es mi Tiffany's, es el lugar donde más a gusto me encuentro y el que me salva de los días rojos.
-Escuche, ¿sabe cuándo uno pasa por uno de esos días de color rojo? -¿Los días rojos? ¿querrá decir negros? -No. Esos son cuando te deprimes, cuando engordas o cuando llueve mucho. Te pones triste,
eso es todo. Los días rojos son horribles. De repente, uno tiene miedo y
no sabe por qué. -Por supuesto. -Cuando me siento así, lo único
que me ayuda es subir a un taxi e ir a Tiffany´s. Me calma los nervios
enseguida. Es tan silencioso y soberbio. Allí no puede ocurrir nada
malo. Si encontrara un lugar que me hiciera sentir como Tiffany´s
entonces compraría muebles y le daría un nombre al gato.
Así que, avisados quedáis, Regreso a Fronda es solo eso, muchas páginas en las que hablo de mis amigos invisibles y no soy nada imparcial, porque les adoro, tanto que necesito ponerles un nombre ;)
MI AMIGA: Había una vez una chica, muy adorable y muy asustada. Vivía sola, exceptuando un gato sin nombre.