Si no te sale en llamas de dentro a pesar de todo, no lo hagas.
A no ser que venga sin que se lo pidas de tu corazón, de tu mente, de tu boca y de tus entrañas, no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas mirando la pantalla del ordenador o encorvándote sobre la máquina de escribir buscando palabras, no lo hagas.
Si lo haces por dinero o por fama, no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama, no lo hagas.
Si tienes que sentarte ahí y reescribirlo una y otra vez, no lo hagas.
Si se te hace duro solo de pensar en hacerlo, no lo hagas.
Si estás tratando de escribir como otro más, olvídate de eso. Si tienes que esperar a que ruja entonces espera pacientemente. Si nunca ruge, haz otra cosa. Si primero se lo tienes que leer a tu esposa o a tu novia o a tu novio o a tus padres o a nadie en absoluto, no estás preparado. No seas como tantos escritores, no seas como tantos miles de personas que se llaman a sí mismos escritores, no seas soso y aburrido y pretencioso, no te consumas de amor por ti mismo. Las bibliotecas del mundo bostezan hasta dormirse con ese prototipo, no te sumes a él, no lo hagas.
A menos que salga de tu alma como un cohete, a no ser que no hacerlo te lleve a la locura o al suicidio o al asesinato, no lo hagas.
A menos que el sol dentro de ti te queme las entrañas,no lo hagas. Cuando llegue el momento oportuno, si has sido elegido, se hará por sí mismo y seguirá haciéndose solo hasta que mueras o muera dentro de ti. No hay otra manera y nunca la hubo.