"Navidad en una bola de cristal", un cuento de hadas oscuro...

SINOPSIS

Frederick Andersen, un anciano que asegura ser hijo del dios Loki y de una bruja de hielo, sufre una extraña enfermedad que mantiene su corazón a menos de 30º. Su caso lo estudiará una joven doctora española y juntos vivirán un cuento de navidad oscuro, que comienza así: «existe un reino de hielo dentro de una bola de cristal, la nieve es polvo de hadas y su magia se alimenta de corazones rotos. Todo lo que desees aparecerá bajo la escarcha, menos la salida. Y si te enamoras, morirás».

Ooo

Y allá vamos, con una sinopsis corta y una portada sencilla, el corazón que formó la nieve no es de photoshop es realmente mágico y azaroso, aunque puede que no todo el mundo lo vea, se queda así para los que sepan verlo ;)

Antes tenía una portada más cruenta con un corazón helado (la que he subido a la izquierda), pero cuando la tía Susi me regaló su foto de la nieve-corazón, ya no quise otra para esta historia que se llamaba Corazones de escarcha y que escribí en 2010, solo en resumen.

La retomé en 2016, como podéis ver en esta otra entrada Equinoccio de primavera con historia nueva, no la terminé, pero volví a intentarlo en 2018 como cuento en encoñarse, encipotarse y serendipias con la canción del olvido, tampoco lo conseguí entonces. 

Sin embargo, la serendipia de encontrar una señal en el suelo se repitió ese mismo verano y las he metido juntas en la novela de Jack, porque me encontré una carta de la Jota de corazones el mismo día que por casualidad y en un festival con más de 80000 personas me topé otra vez con mi "Capitán Leonello". 

Cómo me gusta ver magia en el caos y el azar, ¿verdad? Veo corazones en la nieve y jotas de corazones en el suelo, guardadita la tengo en un cristal y su historia en mi memoria. Soy una locatis soñadora, pero dejo la fantasía para las novelas y me guardo el as de mi corazón en la manga.

Espero poder terminar el cuento esta vez, antes de que acabe 2020, ¡ojalá! Quiero autopublicarlo y jugar con el azar, a ver hasta dónde llego en los mares virtuales. 

La verdad es que ha sido un placer releer lo que tenía escrito, que eran unas 8000 palabras, unas veinte páginas a doble espacio. En este puente ha crecido un poco y ya tiene 12.000, pero no quiero que se me vaya a 20.000 ni que me lleve terminarla más allá del 20 de diciembre. Podría alargarla mucho más, sí, pero como lo escribo para mí, aunque luego acepte ojos curiosos, pues lo dejo así porque me apetece algo corto, dulce y un poco oscuro.

Un abrazo fuerte desde esta bola de cristal. FELIZ NAVIDAD.